Vivir las navidades con niños pequeños resulta muy especial. Durante estos días no hago más que asombrarme por la manera de ver el mundo de mi hija. Ella es capaz de ver pequeños detalles que para un adulto pasarían desapercibidos. Por ejemplo, dando un paseo, ella es capaz de fijarse en una pequeña rendija en el suelo, de las hojas, del sol, de la sombra que proyecta… Imaginaos en navidades!!! Las luces, la música, los regalos, ver a la familia… Resulta todo una fiesta.

Un amigo me contaba hace poco que su hija había cogido la cámara y durante una tarde estuvo haciendo fotos sin parar. En ellas estaban sus muñecos uno por uno, ¿no os parece adorable?

Mi hija es capaz de encontrar un oso, un gato, un «guau-guau»o un bebé  en cualquier lugar, en cualquier bote, en lugares insospechados. La verdad es que los hijos nos hacen fijarnos de nuevo en las pequeñas cosas. Creo que tenerlos alrededor (ya sean sobrinos, hijos, nietos…) enriquece nuestras vidas. Si somos capaces de pararnos a verlo creo que es un buen ejercicio. Dedicar un momento al día a dejarnos llevar por ellos, sin prisas, sin dirigirlos, únicamente dejarnos llevar. Pararse, tardar más de lo habitual, sin agobios… Ver qué nos señalan, qué dicen, en qué se fijan.

Aprovechad estas vacaciones para dejaros llevar… lo agradeceréis y os lo agradecerán…

Raquel Huéscar