Parecía que no iba a llegar. Después de dos años en la escuela infantil, llegó el momento de la despedida, cumplimos 3 años y ¡nos vamos al colegio «de mayores»!. Recuerdo que nuestra adaptación a la escuela infantil fue difícil y progresiva. Difícil porque suponía las primeras separaciones y progresiva porque, como en todos los cambios, no funciona de un día para otro. Nos supuso unos meses de altibajos, dudas y preocupaciones.
Cada experiencia vivida es como cada niño, diferente. En nuestro caso, todo fue muy bien. La combinación de tristeza y alegría, seguridad e inseguridad, el nudo en la garganta y la lagrimilla se hicieron presentes, pero entran dentro de los procesos de adaptación en estos casos.
Ahora que la escuela es un espacio fantástico y seguro donde disfruta de las actividades, salidas, juegos y, sobre todo, de sus amigos, nos llega la hora de cambiar. Y este cambio supone otro proceso de adaptación, natural y positivo sin duda, pero con la mezcla de sentimientos y preocupaciones que ya pasamos hace dos años. Seguramente, esta nueva adaptación sea más rápida y sencilla para todos, pero hay que tener en cuenta que la manera de afrontar estas adaptaciones implican procesos que van a ser determinantes para el posterior enfrentamiento del niño a situaciones nuevas. Aquí van unos consejos para hacerlo un poquito más fácil:
– En Septiembre intenta reservar unos días para acompañarle en el proceso de adaptación. En la reunión con los profesores os darán todas las indicaciones para hacer las adaptaciones de forma saludable. En algunos casos comienzan con horarios muy cortos que se van alargando progresivamente hasta cumplir la jornada completa. Sabemos que muchas veces nuestros trabajos nos ponen muy difícil la conciliación familiar, intenta ajustarlo.
– El verano es largo y las rutinas que llevamos a lo largo del año cambian por completo. Estamos ociosos más tiempo, los juegos de los niños son más de acción que de concentración, se acuestan más tarde y no madrugan. Adaptar el cuerpo a los cambios que se avecinan les ayudará a afrontarlo mejor. Alrededor de 15 días antes de comenzar con la adaptación vamos a intentar acostarlos un poquito antes y levantarse antes también. Dedicar un tiempo al día a juegos que impliquen concentración (puzzles, de mesa, pintar…) que le ayudarán a permanecer más tiempo sentado, tranquilo y atendiendo a una tarea.
– No debemos caer en el error de transmitir al niño la pérdida de amigos, profesoras… Quizás coincida con algunos de sus compañeros en el nuevo colegio pero si no es así podemos vernos en el parque o en otros encuentros. En el nuevo colegio hará amigos maravillosos y tendrá una profesora con la que aprenderá cosas nuevas.
– Explicar dónde va a ir. Si en la época de elección del colegio puede acompañaros mejor, así puede tener imágenes y recordarlo cuando habléis de este nuevo espacio. Si no tenéis esta posibilidad siempre podéis pasaros a hacer una visita informal.
– Nuevos materiales, libro, fichas, uniforme… Hacer participar al niño en las compras, poner el nombre en el uniforme, elegir deteminados utensilios, calzado… Implicarle en el proceso de iniciación.
– Durante las adaptaciones es normal que los niños estén nerviosos ante la novedad de los acontecimientos, pueden resistirse al cambio con negativas a ir al colegio, rabietas o llantos. Poneros en su lugar e intentar siempre actuar desde el cariño y la comprensión.
Nuestra actitud va a ser clave para ayudarle o perjudicarle en este proceso. Afróntalo como algo positivo y enriquecedor para todos, supone un cambio importante en su vida, un cambio que le va a aportar muchas cosas buenas y momentos muy felices. Míralo con optimismo e ilusión. Transmitir estos valores a tu hijo es lo más importante.
Ya hemos visto que la adaptación es un tema importante y que no debemos dejarlo a la improvisación, y ahora…
¡¡A disfrutar del verano con los niños y como un niño!!
Azucena Ponce