Los tiempos cambian… nuestro modelo social, la organización del trabajo, de la casa y nuestro papel como padres. Hace unos años mamá estaba dedicada al hogar exclusivamente, es verdad que muchas trabajaban fuera de casa, pero la gran mayoría no lo hacía. Era papá el que salía fuera, con su salario podían vivir familias… ¡hasta numerosas! Pero hoy esto ha cambiado. La necesidad de ingresos, la implicación de la mujer en su profesión, las ganas de desarrollarse y otras muchas razones, han hecho que el hogar y el cuidado de los hijos sea cosa de dos.

Es cierto que el cuidado y la atención de los hijos es una tarea de ambos, sean cuales sean las circunstancias personales, esto es así. Pero en otras épocas se entendía a mamá y papá con papeles diferentes: Mamá es permisiva, se encarga de todos los cuidados, el colegio, aseos, juegos, relaciones sociales, alimentación, salud… en fin, una lista interminable. Papá pasa mucho tiempo trabajando fuera de casa, se implica menos en los cuidados, es más estricto y no está muy al día de lo que ocurre en el cole. Ahora los papeles no están tan definidos, hemos hecho un “corta-pega”, los hemos remezclado, por supuesto, hacia mejor.

Hoy en día, los papás participan en la programación y transcurso del embarazo, están presentes en el parto con lágrimas en los ojos, los baños, los cambios, los juegos, el consuelo… una ayuda permanente a las mamás desde el primer minuto. Cada toma que hacía por la noche, él despertaba para tenerlo todo a punto para nosotras, sacaba los gases fenomenal, paseando , meciendo… tranquilo con su bebé en brazos: “me das mucha paz” le dice todavía hoy.

No todos somos iguales, cada uno conoce lo que tiene en casa, sus puntos débiles y fuertes, pero creo que todos estaremos de acuerdo en que los papás de ahora se implican al máximo en el cuidado de sus hijos. Leí hace poco que antiguamente la figura del padre representaba la disciplina, la autoridad, las normas e, incluso, el castigo: “cuando llegue tu padre ya verás”. A nosotras nos ocurre lo contrario, papá es flexible y conversador, preocupado, tolerante y muy paciente. Ojo, que cuando tiene que plantarse lo hace genial… pero es más “blandito” que mamá.

Queremos agradeceros esa conexión fantástica y cómo creáis en casa un “equipo de vida”.  Sin eso, no podríamos conciliar la maternidad con nuestras inquietudes, laborales y personales, con la tranquilidad de que todo está en orden, nuestro orden. Porque todo eso os sale de dentro, de lo profundo, de vuestro amor hacia nosotras y hacia las niñas. Aceptando la responsabilidad de la paternidad como algo prioritario en vuestras vidas.

Recuerdo como si fuera ayer el día en el que nos enteramos que estábamos embarazados… ¡qué emoción!, ¡qué alegría!, ¡qué mieeeeedooooo!, ¿cómo cambiarían nuestras vidas?, ¿y nuestras rutinas?, ¿y la pareja?, ¿seríamos buenos padres?, ¿estaríamos a la altura? Qué mezcla de sensaciones se producen en estos momentos, ¿verdad? Pues mucho tiempo después puedo aseguraros que nuestras vidas cambiaron, sí, nacimos como PAPÁ y MAMÁ  y nos enriquecimos como personas.

Azucena Ponce