Un lunes al mes desde hace ya bastante tiempo me reúno con un grupo de trabajo de psicólogas sobre temas perinatales en nuestro colegio profesional. Se trata de un espacio para la formación, compartir experiencias, nuevos proyectos y para mi en este momento, de crecimiento personal y profesional. Pues bien, el lunes pasado Fátima Prieto, una de nuestras compañeras más actualizadas en cuanto a la cuestión académica y de investigación se refiere, nos habló de este tema tan interesante, del que paso a detallaros a continuación. ¿Te interesa? No te lo pierdas…
Una de las preocupaciones de las embarazadas a poco que preguntes suele ser, ¿esto le vendrá bien al bebé? ¿me estoy cuidando lo suficiente? ¿le afectará todo este estrés? El embarazo suele ser un periodo emocionalmente complicado, por más que uno desee al bebé. Según el trimestre, se mezclan sentimientos, emociones, incertidumbres, ilusiones y miedos… que poco a poco se van afrontando. Por tanto, seamos francas, ¿quién puede llevar un embarazo “zen” en el que está totalmente tranquila, equilibrada, descansada, durmiendo lo necesario y serena todo el tiempo. Pues bien, efectivamente muy pocas. Lo natural, aunque se lleve bien, es que el embarazo en sí mismo sea un evento vital estresante. O por lo menos, en algún momento. ¿Y esto afectará de alguna manera al futuro hijo/a?
Pues bien, David Barker, un médico afincado en Reino Unido descubrió que los niños con bajo peso a nacer pero a término, es decir, nacidos con menos de 2,700 kg y a partir de la semana 37, tenían una vulnerabilidad mayor a padecer enfermedad coronaria grave. Es decir, que ciertas condiciones de la gestación podían provocar efectos adversos en la vida adulta. Para ello descubrió diferentes razones para hipertensión arterial, insuficiencia renal, diabetes, osteoporosis, cáncer de mama y ovarios. La alimentación de la madre durante la gestación provocaba una mayor vulnerabilidad a padecer alguna de estas enfermedades en la vida adulta y lo denominó teoría de la programación fetal. Al fin y al cabo si lo pensamos el útero materno es el primer ambiente de desarrollo.
Otras autoras, intentaron extrapolar esta información a variables de tipo psicológico. Es decir, ¿el estado de ánimo provocará también riesgos de algún tipo en la vida adulta? Viviette Glover descubrió que un estrés muy fuerte (como vivir un atentado o un tornado) en la gestación provocaba cierta vulnerabilidad a problemas futuros.
Sin embargo, otras autoras encontraron que un estrés moderado provocaba también algún aspecto postivio, ya que generaba cierta activación que mejoraba la respuesta exitosa al medio en su vida adulta. Al fin y al cabo, vivimos en un entorno “hostil” que nos demanda cada día adaptarnos a situaciones diferentes.
Van Den Bergh y sus colaboradores descubrieron un periodo sensible, entre la semana 12 y 22 en el que el cortisol (sustancia que segregamos ante situaciones de estrés) genera más vulnerabilidad al desarrollo del sistema nervioso; lo que posteriormente relacionó con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
Es decir, parece que grados importantes de ansiedad influyen en aspectos como problemas emocionales o de conducta de adulto.
Por supuesto lo aquí expuesto no es determinante. Como no lo es un trastorno de conducta o una hiperactividad. Las personas estamos llenas de matices y afortunadamente tras el nacimiento existen experiencias “sanadoras” como el vínculo maternal seguro, que amortiguan, mejoran y cambian ciertas estructuras.
La cuestión es, ¿cómo saber si mi nivel de estrés es moderado, alto o bajo? Al fin y al cabo es una percepción muy subjetiva. ¿No os ha pasado que a veces piensas que estás tan tranquila y la gente te pregunta que si estás nerviosa porque notan algo en ti? Lo peor del estrés es que habitualmente uno se da cuenta de que lo tiene cuando para… Y a veces ya ha pasado demasiado tiempo.
Por tanto, y sabiendo esto, ¿no os parece que el estado emocional de la mujer embarazada tendría que tenerse más en cuenta? ¿Cuántos falsos positivos ofrece la prueba de screening sobre detección de síndromes y da un buen susto a quien lo recibe? ¿Cuántas pruebas y visitas médicas ha de recibir una embarazada y de qué manera? ¿Cuántas mujeres asustadas, solas, con miedos se encuentran con respuestas vacías de apoyo?
Cuidemos de nuestras embarazadas, cuidemos de nosotras mismas… Generemos información, redes de apoyo, personal empático y difundamos esta información.
Cuanto más consciente seamos más pondremos un granito de arena para humanizar nuestras vidas.
Raquel Huéscar
Gracias a Fátima Prieto por su aportación y referencias aportadas.
Bibliografía consultada:
¿que tratamiento se debe considerar acoplar en el estrés y afección emocional en la gestación de una madre?