La sociedad cambia a lo largo de las diferentes generaciones. La forma de relacionarnos con los demás, nuestra situación laboral y la crianza de los hijos son aspectos que hoy en día nada se parecen a lo que vivieron nuestros padres y abuelos. La disciplina, las normas en casa, la educación en general no se queda fuera de estos cambios, todo está relacionado. Los trabajos, el colegio, la guardería, ir y venir… marca mucho la relaciones familiares que se establecen en casa y el establecimiento de normas claras y congruentes se hace necesario.
¿Cómo os definiríais en el estilo de paternidad en este sentido?
– Padres autoritarios, imponen, dirigen, son críticos con el cumplimiento, controlan, y prevalece la rigidez en las normas.
– Padres permisivos, les cuesta mantener los límites, acostumbran a ceder continuamente, evitan obstáculos y dificultades a sus hijos. Es como «todo está justificado».
-Padres democráticos, flexibles, colaboradores para solucionar los conflictos, delegan en ocasiones la toma de decisiones y permiten las equivocaciones, establecen reglas claras y sancionan su incumplimiento.
Normalmente todos tenemos un poquito de cada una, depende del día, de la situación… y otras cuestiones también emocionales. Un día que llegas especialmente cansado puede que permitas algo que otro día no hubieras hecho (permisivo) o ese día que la paciencia se agota se escape un grito de “¡se acabó porque lo digo yo!” de corte autoritario. Pero es que… ¡somos padres, somos imperfectos!
Sí, las normas y los límites son necesarios para los niños, necesarios para la vida en familia y en sociedad, una manera de comprender, valorar, proteger, respetarse a uno mismo y a los demás. Si hay que elegir un modelo ideal, sería el modelo democrático, flexible y adaptado a las situaciones que nos vayan planteando nuestros hijos. Pero…, como tantas cosas en la crianza de los hijos, es complicado. Os proponemos unos consejos para establecer normas y límites adecuados, con responsabilidad.
– TEN EN CUENTA LA EDAD DEL NIÑO. Un bebé necesitará límites que le protejan de los peligros físicos, que le enseñen a relacionarse con otros y a respetar objetos y personas. La clave está en la CONSTANCIA Y LA FIRMEZA, pocos NO pero siempre con seguridad, y enseñar a reparar aquello que ha producido daños (recoger lo que tira enfadado, pedir perdón por pegar a un amigo…). Es una etapa que exigirá de nosotros atención, tener mil ojos, pero a partir de la que se recogerán buenos frutos. Cuando vayan creciendo, ya sabrán qué pueden hacer y qué no, una mirada o un recordatorio será suficiente. Cuando entran en la pubertad y la adolescencia es inevitable la prueba de la norma, saltárselas, la rebeldía de la edad. Las negociaciones serán inevitables, la hora de llegada, amigos en casa, recoger su ropa, colaborar en casa…
– ENTRE EL MONÓLOGO Y EL SILENCIO ABSOLUTO. Sabemos que la comunicación es esencial para entender la convivencia, expresar nuestras necesidades, sentimientos, opiniones… Pero igual de perjudicial es la falta como el exceso. Cuántas veces nos han contado una historia sobre el valor de la amistad, del cuidado de tus cosas, de colaborar en casa… y no nos han dejado decir ni «mu». O cuántas veces nos hemos empeñado en hacer entender a un niño de 1 año que pegar está muy mal y el valor de la amistad es ideal. Así que ESCUCHA, REFUERZA LO POSITIVO, NO TE CONTRADIGAS y VALORA EL PODER DEL SILENCIO, en ocasiones no hay nada que decir, no te empeñes en explicar cosas que, o no van a entender, o ya las has explicado mil veces.
– LOS PADRES, UN EQUIPO en la toma de decisiones. «Pues se lo digo a papá/mamá que él/ella me deja”… Es complicado porque no estamos todo el día juntos para debatir sobre lo que está bien o mal, lo que deberíamos permitir o no. Es aconsejable informarse de decisiones ya tomadas para que el otro miembro de la pareja intente ser coherente o utilizar preguntas del tipo “cuando consulte con papá o mamá te decimos”, “¿qué opina papá/mamá de esto?”.
– NO HACE CASO A LAS NORMAS. ¿Qué hacer cuándo no colabora? No nos empeñemos en repetir las cosas muchas veces, si nos ha escuchado y ha entendido lo que hay que hacer, con un par de veces será necesario. Si no arranca por sí solo, ofrécele tu ayuda. Si aún así no es suficiente, recuérdale que luego no tendrá tiempo para otra cosa. No te alborotes, ni lo hagas por él… ¡BENDITA PACIENCIA!
Hoy en día hay mucha información a disposición de las familias en internet, libros de consulta, webs… sobre la necesidad o no de establecer normas y límites en los niños. No caigamos en la confusión de criterios y conceptos. No hay que temer al NO, ni sentirse culpable por ello, saber utilizar las normas y los límites de forma constructiva es lo complicado.
Azucena Ponce
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