Ya está todo listo para que la niñera que hemos seleccionado comience a trabajar. ¡Qué ilusión!, ¡qué nervios!, ¿será buena la adaptación de los niños?, ¿llorará mucho?, ¿querrá quedarse con ella sin problema?… Cuando llega este momento deseamos que pase rápido y toda la familia se adapte a las nuevas rutinas de forma positiva y enriquecedora.

Pero, en ocasiones, esto no ocurre y por diferentes motivos “la cosa no marcha”. Entonces se enciende la luz de alerta en casa, ¿nos habremos equivocado?, ¿en qué?, ¿estamos haciendo algo mal?, ¿no es la persona que imaginábamos?…

Pensamos en este tema tan delicado porque a lo largo de este año se han dirigido a Enbrazos algunas familias que vienen de malas experiencias. Queremos hacer llegar a todo el mundo unas PAUTAS y RECOMENDACIONES a tener en cuenta para hacer un buen seguimiento de la incorporación de una niñera/cuidadora en casa.

Los primeros días

En ocasiones es complicado organizar la agenda al máximo, pero sería ideal que la niñera estuviera junto a nosotros unos días. Aprender nuestras costumbres y las de los niños, horarios, rutinas, “maneras de hacer” y, sobre todo, para acostumbrar a los pequeños a su presencia y trato. Será una oportunidad para observar su forma de relacionarse con nuestros hijos, con nosotros, su experiencia, práctica, frialdad, si intenta imponer su forma de hacer las cosas, comunicación, cercanía, cariño y desenvoltura con los niños.

El comportamiento del niño

Los niños más pequeños, que aún no hablan, tienen otras formas diversas de comunicar sus sensaciones y estados de ánimo. En torno a los 8 meses, por su desarrollo, presentan una reacción de miedo a los extraños. Pueden llorar, esconderse o parar de jugar cuando hay un desconocido que interacciona con ellos… Este comportamiento cesa cuando esta nueva persona se convierte en miembro de confianza/de contacto diario, se encuentra seguro y tranquilo a su lado. Si estas conductas persisten en los más pequeños algo puede estar ocurriendo, no recibe la atención necesaria o no le crea confianza la nueva incorporación. ¡OJO! con esto, es un buen marcador.

Los niños que ya hablan pueden contarte qué hacen, cómo se sienten, qué les gusta y qué no les gusta. Pregunta e interésate por su relación con esta persona, su reacción cuando llega o si la recibe con alegría.

El comportamiento de la niñera/cuidadora

Es muy positivo que todas las cuestiones, laborales y económicas, queden negociadas antes de comenzar la relación familia-niñera, ¡todo atado! Cuáles son sus funciones, qué queremos que esté hecho en casa, cuándo y cómo. Algo no va bien cuando la niñera/cuidadora  no para de quejarse por su trabajo o por su salario, si es impuntual y afecta a tus horarios personales.  Y un aspecto que no debemos pasar por alto es que LOS NIÑOS SON LO PRIMERO, nada de priorizar otras cosas antes de atender sus necesidades. Todos los niños se manchan cuando juegan, pero se nota cuando un pequeño está descuidado en higiene o desatendido afectivamente.

Hablar sobre lo que hace con el niño, sus paseos, comidas, juegos, rutinas, curiosidades… es una forma de entender que nos pone al día, y no tiene nada que esconder. ¡OJO! si nos ofrece poca información, no sale de ella naturalmente o parece que nos esquiva algunos temas.

Lo sabemos, niñera perfecta no existe, pero nos empeñamos al máximo en buscarla y que esa persona se ajuste a las necesidades de cada niño y familia. Los principios son duros y los padres desconfiamos de todo. Pero estas sensaciones son pasajeras, de adaptación. Si persisten durante mucho tiempo, haz caso de tus intuiciones y cuestiona si tienes en casa a la persona ideal para tus hijos. No todo el mundo está capacitado para trabajar con niños, su perfil psicológico, formación, experiencia o malas referencias, son un conjunto de variables a tener muy en cuenta a la hora de seleccionar a una niñera de forma exitosa. Por ello es muy importante estar atentos a las señales que los niños nos mandan, son los que mejor nos van a mostrar que todo marcha bien o no.