Hola!
Tengo un bebé de casi seis meses.
Desde siempre ha dormido unas siestas muy cortas, aunque por las noches a pesar de despertar para comer duerme muy bien.
La cuestión es que también desde siempre le cuesta mucho dormir, casi siempre ha llorado bastante a la hora de hacerlo, por épocas mucho y otras muy poco o nada.
El caso es que me preocupa que ahora lleva una racha que llora siempre y mucho además. Yo me desquicio porque no entiendo por que llora, ya que cuando le voy a dormir tiene sueño y se ve que lo intenta, pero parece o que no pueda o que no quiera… De tal manera que temo que llegue la hora de la siesta porque ya no sé cómo hacerlo.
Solía hacer siempre las mismas pautas para favorecer las rutinas, pero ahora cada vez hago cosas diferentes para evitar que llore… Ahora por ejemplo he terminado cogiéndole en brazos y durmiéndole así, otras veces me lo tengo que poner en la manduca… En fin no sé si será una fase más o es que estoy haciendo algo mal por no comprender que le pasa…

¡El sueño de los bebés!!! Nos trae de cabeza a las familias!!!!!! Y es que eso de que un bebé duerma de un tirón es más de película que de la vida real, ¿no os parece? No sólo eso, sino que cuanta más conciencia de si mismo, menos quiere irse a dormir… Pero, ¿por qué?

Quiero andarme con mucho tiento con este tema, ya que a veces corremos el riesgo de psicologizar todo e intentar dar pautas «salvadoras» para las familias. Sin embargo, por mi experiencia, en el sueño de los niños existe una variabilidad individual increíble, niños que duermen mejor, otros que menos, los que lo hacían bien de repente dejan de hacerlo… En fin, que la ojera nos acompaña durante los primeros años sí o sí.

Comencemos por el principio, el sueño tiene una función reparadora. Nos ayuda a descansar corporalmente (fase No REM) y a poder reorganizar toda la información que durante el día nos acontece (fase REM). Los bebés necesitan dormir muchísimo precisamente porque sus conexiones cerebrales son increíbles, construyen cada día nuevas rutas, conocimientos y su cerebro comienza a especializarse por funciones. Pero el sueño implica también cierta «separación» y «desconexión» de lo conocido. Es decir, la hora de dormir implica el abandono, el no saber, separarme, cierta autonomía. Y adquirir esto para los niños no es un proceso fácil.

Tradicionalmente los niños no quieren irse a dormir. Eso no quiere decir que no tengan sueño, que lo tienen y mucho. Pero ellos no quieren perderse nada, no quieren separarse… Y sobre todo cuando empiezan a tener conciencia de que son seres diferenciados de mamá o papá.

Por tanto, lo que le pasa a tu bebé parece totalmente normal. Entiendo que a veces te desespere, «si tiene sueño, ¿por qué no se duerme?». Precisamente le cuesta desconectar, parar su estimulación, por lo que hace esfuerzos por mantenerse activo y con sus figuras de apego. O bien, se encuentra tan cansado y excitado que no puede dormirse.

Afortunadamente los niños van adquiriendo hábitos y eso les genera cierta tranquilidad.

Niño 2

Te preguntas, entonces, ¿qué puedo hacer yo?

1) Tranquilidad. Si, por más que parezca imposible, por más cansada que estés. Cuanto más tranquila y segura te encuentres con lo que estás haciendo, mejor irá todo. Los niños tienen un especial detector para captar el estado emocional de sus mamás, sólo en la manera en que le coges, le abrazas o le hablas. Así que respira profundamente y repítete, «lo estoy haciendo muy bien». Podéis leer algo más sobre la gestión de las emociones para mamás aquí.

2) Busca una rutina diaria para dormirlo. Sé que estás haciendo lo propio, ensayo-error. Viendo qué funciona y qué no. Pero es buen momento para comenzar una rutina de sueño, ya sea para la siesta o para la noche. No tiene que ser muy larga. Por ejemplo, ponerle con el mismo muñequito o trapito siempre (a ser posible impregnado de tu olor), otros bebés tienden a dormirse succionando, con un pequeño balanceo o una música tranquila. Sería importante más o menos siempre a la misma hora, después de su comida, en el mismo sitio (sin luz o con algo de luz, según prefieras). Puedes consultar aquí para conocer cómo crear un buen hábito desde bebés.

3) Detecta las señales de sueño y aprovéchalas para llevarle a dormir sin esperar. Es decir, nadie mejor que tú conoce a tu bebé. Por tanto, al primer signo, en cuanto le notes con los ojos vidriosos, bostezando o que pierde interés en lo que estáis haciendo; es el momento para llevarle a su cuna. Tendrás una «ventana» de tiempo pequeña, por lo que no aproveches para hacer mil cosas mientras, ya que se le pasará.

4) El sueño del bebé es cambiante y no sólo a mejor... Por ejemplo, entrando en los ocho meses (aproximadamente) los niños tienen angustia por la separación y les intranquiliza las separaciones de sus padres, por lo que el sueño se verá afectado. Pero también en cuenta que cualquier cambio en la familia hará que el sueño del bebé con mucha probabilidad se vea alterado.

5) Los despertares nocturnos son normales, ya que biológicamente los niños tienen más cantidad de sueño ligero. Los adultos también nos despertamos por la noche, con la diferencia de que en general nos dormimos sin problema. Los niños necesitan de sus figuras de apego para ayudarlos.

En fin, que lo que nos cuentas es totalmente normal. Aunque creeme que te entiendo, a veces es desesperante, lo mejor es tomárselo con paciencia y confiar en que es una etapa que pasará. Con el tiempo los niños adquieren hábitos, rutinas y aprendizajes y comienzan a dormir más horas seguidas. Y, aunque normalmente sabemos que un bebé de seis meses necesita unas 14 horas de sueño diario, ten en cuenta que existe mucha variabilidad. Lo mejor es que es observes a tu bebé y te fijes si muestras signos de irritabilidad o cansancio, que pueden hacer pensar que verdaderamente le faltan horas de sueño.

Raquel Huéscar