Una amiga íntima está embarazada de muy poquito, lo que me ha hecho feliz como una perdiz. Es increíble el gusto que es compartir esta experiencia con aquellas personas con las que has crecido desde el colegio prácticamente. Al hablar un poco en profundidad, pude verme reflejada en cómo estaba yo, exactamente de la misma manera, aproximadamente hace cinco años, cuando conocí la noticia de mi embarazo. Y cómo en aquel momento me asaltaban dudas, incertidumbres, miedos, ilusiones…. Y como recibimos mi pareja y yo una gran cantidad de mensajes del entorno que no hacían más que inducir un miedo y pavor tremendos, ¿os pasó a vosotros? ¿Qué te hubiera gustado que te dijeran? ¿Serviría de algo?

1) Cuando eres una mujer activa, con inquietudes e intereses varios, la asunción de la maternidad supone un, ¿seguiré siendo la misma?. Las personas del entorno te dicen, «ya verás, como te cambia la vida». Y si, es verdad, pero lo que no te dicen es que tú también cambias. Y no es que te conviertas en un ser bicéfalo con una pinza en la cabeza y zapatillas de estar por casa. Se trata de un cambio profundo y paulatino. A mi me daba muchísimo miedo no ser la misma persona y, si, no lo soy, pero no porque no pueda sino porque no lo soy. No sólo te cambia el entorno, se generan cambios internos. Ya nada vuelve a ser exactamente lo mismo dentro de ti. Pero las transformaciones son realmente positivas.

2) Al principio, estás acostumbrada a salir y entrar, y de repente se produce un parón en seco en determinadas actividades. Hay una personita que depende de ti para todo y necesita de ti. Es un amor indescriptible, pero como todo en la vida, requiere de cierta adaptación. Por tanto, por más que intentes hacerte a la idea, los primeros meses resultan complicados. Se trata de un duelo por la vida anterior, por la mujer anterior, por la pareja anterior… Despedirte para poder dar la bienvenida a la nueva familia. ¿Pretendes seguir como si no pasara nada? Imposible. Pero los niños crecen y las necesidades cambian y de repente te vas reencontrando y deseando antes o después algunos otros espacios; e incorporando a tu bebé en esos espacios, reintegrando. Estoy segura que encontrarás tu propia forma de hacerlo.

3) Los bebés son seres imprevisibles, inmaduros y dependientes. Además de preciosos y otras mil cosas más 🙂 Por tanto, no hay regularidades. De repente a lo mejor están durmiendo tres o cuatro horas seguidas, pero claro, igual es a mediodía, no justo por la noche. Y te piden el pecho y maman un poquito y se duermen. Y a lo mejor tienen molestias en el estómago y hay veces que es muy difícil calmar su llanto. En fin, que poco a poco van regulándose, pero al principio, quítate el reloj y ármate de amor y paciencia. Y ojo, no pienses, a mi eso no me va a pasar… ¡Ojalá! Uno de los mayores problemas es la imagen idealizada de la maternidad que hace que muchas mujeres después se den de bruces porque no tenían una visón ajustada.

Madre por primera vez

4) Prioriza por favor. Lo importante es cuidarte y cuidarlo. La plancha, la comida, la limpieza, las visitas… Pueden esperar. Exprésate y pide ayuda. Que el postparto es complicado y duro físicamente. Y necesitas que te mimen un poquito para poder mimar a tu bebé.

5) Disfrútalo mucho. Aunque no lo sepas, la crianza de los hijos pequeños es la mejor etapa de tu vida. Muchas personas sólo recuerdan el cansancio, la falta de sueño, la dificultad para encontrar espacios con tu pareja… Pero créeme, es una pasada.

Así que por favor, buena disposición, paciencia, disfrute y busca tu propia manera. No será ni la de tu madre, ni la de tu suegra, ni la de tal libro, ni la del otro. Seréis vosotros, como familia, MAMÁ y PAPÁ (o quien ejerce sus funciones) los que comprobéis y os deis cuenta de algo tan real como maravilloso, y es que ser madre, tal y como decía A. Stone, es aceptar por siempre que tu corazón ande vagando fuera de tu cuerpo.

Los bebés son seres de gran alcance, con una gran misión. A su llegada, convierten la mujer en madre, el hombre en padre, la pareja en familia. Ellos nos humanizan, nos enseñan ternura, e inspiran amor. Si se lo permitimos, nos conducen hacia una verdadera civilización (David Chamberlain)

 

Raquel Huéscar